El Juicio de Paris VI

ELENA

En la Tierra había una muy hermosa mujer, esposa del rey Tyndareo, muy dedicada a su esposo y a los asuntos del reino. Era pura y jamás hubiese siquiera pensado en serle infiel a su esposo; pero tenía un secreto amante en el Monte Olimpo, nada menos y nada más que Zeus, que en su afecto a los placeres mundanos se la pasaba buscando con quien satisfacerlos. Ay de la mujer que caía en sus deseos, de una u otra forma debía ser del erótico dios.

Zeus, como era dios, sabía que Leda no iba a ceder a sus perversas intenciones. Él sabía que no podía presentarse como un viejo o como un joven, pues el resultado sería el mismo: el rechazo, así que ideó un plan para acceder a Leda mediante el engaño. Un día, mientras estaba sentada junto al río Eurotas, apareció un cisne blanco, deslizándose silenciosamente hacia ella. ¡Qué feliz estaba de verlo, sus plumas radiantes a la luz del sol! ¡Cómo se echó a reír cuando el cisne le rozó las piernas desnudas con sus alas. Pero el cisne era Zeus disfrazado, y mientras Leda estaba distraída con la belleza del cisne, de repente el dios se abalanzó hacia ella. La mujer humana luchó, pero era demasiado tarde. De este breve encuentro nació un niño. Una hija a la que llamó Elena.

Elena era una mujer excepcional, su belleza trascendía lo normal y o excelso. Todos, pero literalmente, todos los hombres estaban enamorados de ella. Los mismos dioses se alborotaban al hablar de ella. Es que es muy difícil explicar tanta belleza en una sola mujer. Cuando llegó a la edad de casarse, el palacio de Tyndareo era un corre ve y dile de todos los reinos, del propio y de los de los alrededores. Los jóvenes de todas la regiones iban y venían en busca de hablar con aquella hermosa princesa. En los corredores se veía a Ajax, uno de los más afamados guerreros. Estaba Patroclo, primo de Aquiles y muchos más, famosos y no tan famosos. El rey Tyndareo estaba muy preocupado por esta situación, él pensaba que el día que se otorgue a Elena en matrimonio a un solo hombre, entonces habría una revuelta. Entonces, reunió a todos en los hizo jurar, que nada harían el día que sea solo uno el elgido, y los jóvenes lo juraron.

Fue el Príncipe de Esparta, Menelao quien recibió la buena nueva, él sería el esposo de bella princesa.

Pero regresando a la conversación entre Afrodita y París, era normal que él se preocupara, porque si Elena estaba casada, no podría salir con él. Pero es allí cuando Afrodita, le contó algo fuera de lo común. Cuando Tyndareo se casó con Leda, esto fue mucho antes de su encuentro con Zeus, naturalmente hizo sacrificios a todos los dioses, como es la costumbre. Desafortunadamente, el hombre no sacrificó a una de las diosas más importantes, la misma que juró que sus hijos serían famosos por sus adulterios. Así que ya ves, el matrimonio de Elena estaba condenado desde el principio. Nació adúltera. «Esto fue lo que Afrodita le contó al pastor. Lo que no le contó es que fue ella la diosa olvidada por Tyndareo. Y juntando a Elena con París, ella no solo estaba pagando el precio por la manzana dorada, sino que estaba dando cumplimiento a una antigua maldición .

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