Al principio reinaba la oscuridad. y en ella se plasmaba la muerte como con vida. La muerte se llamaba Sa, y tenía a su esposa y a su hija.
Era muy incómodo vivir en la nada, había que crear un lugar para poder estar, entonces Sa, con su gran poder mágico formó un inmenso mar de lodo. Allí, como un lugar, Sa construyó su casa.
Una vez con un espacio, apareció el dios Alatangana y se dijo a sí imso que el lodo era muy incómodo, y que Sa debía crear algo mejor.
¿Cómo puedes vivir aquí? Preguntó Sa, ¡Esta casa necesita un arreglo! Sentenció.
Fue cuando Alatangana tomó las cosas en su poder y construyó un lugar sólido y firme. El lodo ahora podía resistir el peso de los seres. Vio que todo estaba vacío, y decidió crear las palantas y los animales, así ya no estaría todo triste.
Sa se puso muy contento con la obra de Alatangana, por lo que lo recibió en casa.
Pero, Alatangana el dios se enamoró de la hija de Sa, y la pidió en matrimonio. Sa no quería perder a su hija y se puso muy ttriste, y enseguida empezó a excusarse con los más mínimos pretextos. Alantagana para todo tenía respuesta, y fue cunbado Sa dijo directamente que no.
Pero el dios ya había hablado con la muchacha y se casaron en silencio, y se fueron a las lejanías para escapar de la ira de Sa. Allá, en la distancia tuvieron muchos niños, siete niños y siete niñas, en total eran seis hijos negros y ochos hijos blancos.
Éstos niños no eran como los demás, sino que cada uno hablaba diferentes idiomas y sus padres no podían entenderlos. El dios Alantagana se perdía en pensamiento y no encontraba una solución, por lo que pidió ayuda al único que podía hacerlo, a Sa.
Sa no lo recibió, pero después aconsejó a Alatangana para que a los negros que podían mantenerse por sí mismos, les repartiera entre ellos todo tipo de herramientas para cultivar la tierra.
Y luego dijo que a los blancos los case con gente de su mismo color y de su propia raza, y que los niños negros hagan lo mismo. A regañadientes Alantanga obedeció a Sa
Cuando los niños crecieron y se casaron, partieron hacia los cuatro rincones de la tierra. Es por eso que hay personas negras y personas blancas en todas partes.
Así es que de los hijos de Alatangana y la hija de la Muerte vinieron todos los hijos de la tierra. Los conocemos por los nombres de los países donde viven. Hay niños alemanes y niños Kono, y así sucesivamente, ¡tantos nombres!
Sin embargo, el mundo todavía estaba oscuro y la gente vivía en la oscuridad. «Lo sé», dijo el dios. «Enviaré al pájaro tou-tou y al gallo a preguntarle a Sa qué hacer». Y él hizo. Los dos mensajeros fueron a Sa y les dijo: «Aquí hay una canción para cada uno de ustedes. Se la doy a ustedes para que invoquen la luz del día. Entonces los humanos pueden ver cómo realizar su trabajo». El gallo y el tou-tou volvieron a casa con Dios. Primero cantó el pájaro tou-tou, y luego el gallo. De inmediato llegó el primer día. Amaneció.
El sol cruzó el cielo, y para dormir se fue al otro lado de la tierra

Luego vinieron las estrellas para dar la luz suficiente para que las personas puedan moverse en la oscuridad. Entonces Sa hizo la Luna para consolar a la gente.
Sa llamó al Dios a su hogar. Alatangana fue allí. Sa le dijo: «Te recibí en mi casa y te llevaste a mi hija. Ahora debes darme uno de tus hijos en la tierra cada vez que lo llame. El niño escuchará en sueños una calabaza en su casa». Entonces sabrá que lo he llamado. ¡El llamado de Sa debe ser respondido! «
Es verdad. El dios Alatangana robó a la hija de la Muerte. Nunca pagó el precio de la novia. Ahora y para siempre, los seres humanos deben morir cuando Sa los llama.
Cuando escuchen el traqueteo de la calabaza, el sonido será de muerte. Aún así, hay algo bueno que salió de lo malo. Ahora y para siempre, dos pájaros cantan el día. Primero el tou-tou, luego el gallo.

- SAN LUDOVICO DE CASORIA
- Salmo 66 (67)
- INTRODUCIDOS EN LA VIDA MISMA DE JESÚS
- Salmo 65 (66)
- BEATA JUANA MARÍA DE MAILLÉ


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