Mes de María – Día 29

Mes de María – Día 29

De los motivos de confianza en la Santísima Virgen

  1. ° Conocimiento que tiene de nuestras necesidades.
  2. ° Su poder para con Dios.
  3. ° Su ternura á favor de los hombres.

La preparación (Aquí) como en la pág. 21

PUNTO I. La Virgen María, que ahora está en el cielo, no nos olvida. Como madre compasiva, nos cuida, entiende nuestras debilidades y escucha nuestras peticiones con amabilidad. Ella también pasó por momentos difíciles en la Tierra, por lo que es la mejor persona a quien acudir en busca de ayuda y consuelo. Recurramos a ella como nuestra protectora, invoquémosla como Reina de misericordia y confiemos en ella como nuestro refugio y esperanza.

PUNTO II . La fe nos dice que el poder de los Santos en el cielo es proporcional a las virtudes que practicaron en la tierra. María ha sido el modelo de todas las virtudes, practicándolas con gran perfección. Por lo tanto, su poder para con Dios es inmenso. Según San Pedro Damiano, María tiene todo el poder en el cielo y en la tierra, acercándose al trono del Redentor como soberana. Saludémosla como nuestra esperanza común y pidámosle su protección maternal.

PUNTO III. Desde el momento en que la Virgen María concibió al Salvador del mundo, compartió su amor por la humanidad y se preocupó por nosotros. Su amor se intensificó cuando Jesús, cerca de morir en la cruz, nos la entregó como Madre. Es imposible describir sus sentimientos en ese momento. Concebía un amor, ternura y cuidado sin igual por sus hijos adoptivos. María es la madre más compasiva, sensible y llena de bondad y misericordia que ha existido. Ahora en el cielo, su amor por sus hijos debe ser aún más intenso. María, madre de amor, siempre está dispuesta a ayudar a sus devotos. No nos abandonen en este mundo de dificultades y ayúdennos a alcanzar la eternidad feliz.

La oracion para despues de la meditación (Aquí) pág. 25 y luego
la siguiente:

ORACION

Oh Madre del Dios del universo, María, la más santa y la más amable de todas las criaturas, bien es verdad que sobre la tierra hay muchos corazones ingratos e insensibles, que tienen la desgracia de no conoceros y de no profesaro el respeto y amor que os merecéis; pero en cambio hay en el cielo millones de Ángeles y de Bienaventurados, que os aman y os alaban de continuo, y aun sobre la tierra misma, ¿cuántas almas fieles arden en vuestro santo amor, y se esfuerzan en honraros y celebrar vuestras alabanzas? ¡Qué no pueda yo abrasarme en la misma llama, y atraer a vos el corazón de todos los hombres! ¡Ah! Vos sois el objeto del amor y de las tiernas complacencias de Dios mismo, y yo, vil polvo de la tierra, ¡podré dejar de amaros! ¡Ah! ¡Lejos de mí tamaño exceso de insensibilidad y de ingratitud! Sí, amable Madre mía, yo os amo y deseo amaros cada día más y más. Hacedme la gracia de que persevere hasta el fin de mi vida en vuestro amor, a fin de que pueda continuar bendiciéndoos y amándoos con todos los Bienaventurados en el cielo. Amén.

EJEMPLO

La ciudad de Roma libre de la peste por intercesión de María.

Baronio y San Gregorio de Nicea refieren que en el año 590 de Jesucristo, la peste acometió a la ciudad de Roma de un modo tan terrible que generalmente se temía que toda la ciudad quedara reducida a un vasto sepulcro. Habiendo sucumbido a esta cruel enfermedad el Papa Pelagio II, fue elegido para sucederle San Gregorio, llamado el Grande. Este santo Pontífice viendo que se habían agotado ya todos los recursos y todas las precauciones humanas, y que la peste iba haciendo todos los días nuevos estragos, resolvió implorar la protección de la Virgen Santísima. A este fin mandó que el clero y todo el pueblo fuesen en procesión a la iglesia de Santa María la Mayor y llevaran por toda la ciudad la imagen de la Virgen Santísima, pintada, según se cree, por San Lucas. Tal era la violencia del mal que durante la procesión murieron ochenta personas. Por fin las lágrimas y oraciones del santo Pastor, y de su rebaño desolado, aplacaron la justicia divina. Antes de concluirse la Procesión, se vio, como en tiempo de David, sobre la torre de Adriano, llamado después el castillo de San Ángelo en memoria de este acontecimiento, un ángel en forma humana, que envainaba una espada toda llena de sangre y desde entonces la peste cesó enteramente. Al mismo tiempo se oyeron vanas voces, que hacían resonar por los aires estas palabras: Regina coeli laetare, alleluia, Quia quem meruisti portare, alleluia, Resurrexit, sicut dixit, alleluia. ¡Alégrate, Roma del cielo, porque aquel a quien tuviste la dicha de llevar en tu casto seno, ha resucitado como lo había prometido! Gloria y honor a Dios. El Santo Pontífice añadió enseguida: Ora pro nobis Deum, alleluia: rogad al Señor por nosotros; que Dios sea alabado para siempre. Era entonces el tiempo pascual, y por esto es que la iglesia ha cantado después durante este tiempo esta antífona en honor de la Virgen Santísima. (Hist. eclesiast.)

PRACTICA

Todos los dias por la mañana arrojaos á los brazos de María, y pedidle su bendición.

JACULATORIA

¿Nunquid oblivisci potest mulier infantem suum?

¿Puede jamás una madre olvidarse de su hijo?

Lo demás (Aquí) como en la página 28

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