Mes de María – Día 30

Mes de María – Día 30

De la aseverancia en la devocion á la Virgen Santísima.

  1. ° Necesidad de la perseverancia.
  2. ° Obstáculos á la perseverancia.
  3. ° Medios para la perseverancia

La preparación (Aquí) como en la pág. 21

PUNTO I. En cierto sentido, el siguiente consejo del Espíritu Santo también puede aplicarse a la devoción a la Madre de Dios: «El que permanezca fiel hasta el final se salvará.» Podemos decir, al igual que San Alfonso de Liguori, «Si sigo sirviéndote, amándote y llamándote, puedo confiar en mi recompensa. Pero lo que temo, oh Santa Madre mía, no es que me abandones primero, sino que yo, desgraciado e ingrato, poco a poco deje tu santo servicio». Entre los que sirven a María, ¡cuántos han comenzado con entusiasmo y luego se han desanimado! ¡Cuántos la amaban profundamente en el pasado y ahora son descuidados en su servicio! ¡Cuántos solían rezarle fervientemente todos los días, y comulgar en sus festividades, y ahora ya no lo hacen! Esta lamentable inconstancia ha llevado a la pérdida de muchas almas. Temamos también nosotros un destino similar y, para evitarlo, seamos leales a nuestra Divina Madre, sirvámosla con constancia, amémosla con ternura y llamémosla confiadamente todos los días.

PUNTO II. El primer obstáculo en nuestra devoción a María es ser inconstantes y tibios. A veces estamos muy fervorosos y entregados a ella, pero luego perdemos el fervor, nos cansamos de las prácticas de piedad, las descuidamos y al final las dejamos por completo. ¿No nos ha pasado esto varias veces? El segundo obstáculo es la furia del demonio contra la devoción a la Virgen Santísima. El maligno le tiene un odio irreconciliable y hace todo lo posible para destruir su devoción en nosotros. Pero este furor del infierno debe motivarnos a perseverar en esta devoción tan saludable.

PUNTO III. Para mantenernos siempre dedicados a honrar y servir a la Madre de Dios, recordemos continuamente las razones que nos impulsan a hacerlo: sus grandezas incomparables, su condición de Madre de Dios, su bondad hacia nosotros y las bendiciones que derrama constantemente sobre todos sus hijos. Seríamos ingratos y perjudicaríamos nuestro propio bienestar si descuidáramos rendirle homenaje, amor y respeto. Por lo tanto, hagamos el compromiso de dirigirle nuestras plegarias a diario y, sobre todo, esforcémonos por imitar algunas de las virtudes que nos ha mostrado con ejemplos tan hermosos.

La oracion para despues de la meditación (Aquí) pág. 25 y luego
la siguiente:

ORACION

¡Oh Madre de misericordia y gracia, sabéis que soy inconstante. Si no me mostráis compasión, seguiré siendo infiel, como tantas veces antes. Por favor, ayudadme a mantenerme fiel a vos. Aceptadme bajo vuestra protección y mantenedme siempre entre vuestros escogidos. Si caigo, levantadme; si me desvío, traedme de vuelta; si lucho, defendedme; si estoy débil, fortalecedme; si me pierdo, salvadme; si estoy enfermo, curadme. Y en el momento de mi muerte, llevad mi alma a vuestro Hijo en la eternidad feliz. Amén.

EJEMPLO

El culto á María

San Alfonso de Liguori, refiere la historia de una pobre pastora, que tenía un afecto tan tierno a la Virgen Santísima, que hacía consistir todas sus delicias en retirarse a una pequeña capilla de Nuestra Señora, situada sobre una montaña, y pasar allí horas enteras en ocuparse con su divina Madre. Afligida un día al ver la imagen de la Virgen Santísima sin adorno alguno, le hizo un manto de una ropa lo más decente que pudo hallar. Otra vez, de las flores que recogió en los campos vecinos, formó una guirnalda, y subiendo sobre el altar, la colocó sobre la cabeza de la imagen y enseguida con su natural sencillez, dijo a María: «Oh, Madre mía, yo bien quisiera poner sobre vuestra frente una corona de oro y piedras preciosas; pero como soy una pobre pastora, no puedo daros sino una corona de flores; dignaos al menos aceptarla como una prenda de mi amor.» Este sencillo homenaje nacido del corazón, fue tan agradable a la Virgen Santísima, que favoreció a la piadosa pastora con una multitud de gracias espirituales, y en el momento de su muerte, que aconteció poco después, se le apareció con una corona en la mano, y poniéndola sobre su cabeza, la condujo ella misma a la Patria celestial.

PRACTICA

Postráos delante de una imágen de la Virgen Santísima,
y pedidle la gracia de perseverar en su serricio hasta el
fin de vuestra vida.

JACULATORIA

¿ Quis invocavit eam, et non est exauditus ab ipsa?

¿Quién ha invocado á María y no ha sido atendida?

Lo demás (Aquí) como en la página 28

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