VIERNES EN LA SEMANA DE PENTECOSTÉS

VIERNES EN LA SEMANA DE PENTECOSTÉS

EL CORAZÓN DE JESÚS NOS ENVÍA EL DON DE LA PIEDAD

"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; 
y vivid en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda
y sacrificio a Dios en olor fragante."
(Efesios v. 1, 2).

Los preludios como el domingo de Pentecostés

1er punto. El don de la piedad es el alma misma de la devoción. Es un intenso amor filial a Dios que nos lleva a «caminar en amor, como hijos muy queridos». ¡Oh, don bendito! ¡Oh, don precioso! ¡Don que el mundo no puede conocer o entender! Don que se otorga en la mayor abundancia a las almas más santas. «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos muy queridos». ¡Oh, cómo ardía el corazón del gran apóstol con amor al escribir estas palabras: «Sed, pues»! ¿Por qué? Porque, como nos dice en las palabras precedentes, «Dios os ha perdonado en Cristo». Esta es la razón por la que debemos ser imitadores de Dios como hijos muy queridos. En verdad somos muy queridos por Dios, pues nuestra adquisición le ha costado la vida y la sangre de Su único Hijo. Es cierto que lo matamos, pero a pesar de ello Dios nos ha perdonado en Cristo, y ahora solo busca, a cambio de todo Su amor, que seamos imitadores de Dios como hijos muy queridos.

2do Punto. Considera cómo los niños amantes siguen a sus padres. Los siguen, imitando su ejemplo. Un niño amoroso está firmemente convencido de que nadie es tan bueno o tan sabio como sus propios padres, y considera su conducta como el modelo más alto que puede seguir. Si tienen defectos, él no los ve, porque el amor lo ciega. Los sigue, manteniéndose cerca de ellos. Un niño amoroso prefiere la compañía de sus padres a la de otros. Los sigue, se aferra a ellos y llora cuando se separa de ellos. ¿Estamos siguiendo así a nuestro Padre, como «hijos muy queridos»? Los niños pueden ser engañados por su amor y seguir un ejemplo malo e imperfecto; pero nunca podemos ser engañados cuando seguimos a nuestro Padre. Un niño puede dañar sus perspectivas en la vida por estar demasiado apegado a sus padres; pero cuanto más cerca estemos de nuestro Padre, más avanzaremos en nuestros mejores intereses.

3er punto. El don de la piedad también nos permitirá «caminar en el amor». ¿Cuánto se implica en estas palabras «Caminar en amor, como también Cristo nos amó.»? ¿Cómo caminó Él en amor? El apóstol nos dice: fue «entregándose a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios». ¿Estamos dispuestos a caminar así en amor, a sacrificarnos por nuestro Amado, tal como Él se sacrificó por nosotros? Sacrificarnos en cada detalle de nuestra vida diaria por los hermanos, por aquellos con quienes nos relacionamos, porque ellos son representantes de Cristo para nosotros; esto, de hecho, es «caminar en amor, como también Cristo nos amó». Dulce Espíritu, ven! Espíritu de adopción, Espíritu de amor, ven y enciende en nuestros corazones Tu fuego celestial. Ven y llénanos de este bendito don de la piedad, para que realmente «seamos imitadores de Dios como hijos muy amados»!

La aspiración. 
"Mi amado para mí, y yo para él."
(Cant. ii. 16.)

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