DOMINGO DE LA TRINIDAD

GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO.

1er Preludio. Representa a la Iglesia triunfante en el cielo, sufriendo en el purgatorio y combatiente en la tierra, unida en adoración postrada ante el trono de la Santísima Trinidad.

2do Preludio. Póstrate con la Iglesia y adora a los Tres Eternos..

1er punto. ¿Qué podemos hacer hoy, sino postrarnos en adoración ante el trono de Dios? Hemos meditado en el amor del Padre en las semanas anteriores a Adviento; en el amor del Hijo, desde Adviento hasta Pentecostés; y en el amor del Espíritu Santo durante la bendita octava que acaba de pasar; y ahora solo nos queda anticipar nuestra beatitud, vivir en anticipación de nuestro primer día en el cielo, y clamar si nuestro amor puede expresarse, O beata Trinitas. Todo el día, el glorioso cántico se eleva hacia el cielo; los ángeles escuchan las voces de los hombres y se unen a ellas; las almas sufrientes en el purgatorio no pueden pensar en el dolor; también claman, O beata Trinitas, y anhelan aún más profundamente la visión de Dios.

2do punto. Las semanas que siguen al Domingo de la Trinidad parecen como las semanas de la eternidad, si pudiéramos imaginar que las divisiones del tiempo existen allí. Pasan en medida tranquila y uniforme. Honramos a los santos a medida que llegan y pasan sus festividades, o alabamos al ejército de mártires de túnicas blancas; pero nuestros corazones no se contristen como en Cuaresma, cuando pensamos en la pasión, ni lloramos como debemos en Adviento, porque el dulce Jesús está por venir a sufrir. Nuestra ocupación en estas largas semanas debería ser la devoción y alabanza; no la devoción de palabras, si es que se puede llamar devoción, sino la devoción de actos de toda nuestra vida y ser hacia los benditos Tres. ¡Oh, si pudiéramos apenas comprender la profundidad del significado de esa palabra devoción; si pudiéramos conocer el sacrificio absoluto, completo, sin reservas de uno mismo que implica; y aun mejor, si pudiéramos, con la fortaleza del Espíritu Santo, comenzar ahora a practicarla!

3er punto. Pero este también debería ser el día de la reparación, de las reparaciones de alabanza a la Santísima Trinidad, por todas las blasfemias, la indiferencia, los insultos de las criaturas a las cuales Él creó, redimió y santificó. ¿Podemos pensar en lo que los hombres le deben a Dios sin sentir cuán profundamente estamos obligados a reparar alabanzas? También debemos alabarlo por Su propia grandeza y magnificencia, por ser lo que es, y debemos ofrecer nuestras vidas a Él como el mejor himno de alabanza que podamos ofrecer. El cielo será alabanza eterna: quizás la tierra sería más parecida al cielo si comenzáramos el empleo de acción de gracias aquí.

Aspiración. 
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Forma tu resolución y colócala en el Sagrado Corazón de Jesús. Examen

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