Mes de María – Día 26 – El Blog de Zack

Mes de María – Día 26

De la Asunción de la Virgen Santísima

° La triunfante entrada de María en el cielo.
° La gloria de que goza.
° El poder que allí ejerce.

La preparación (Aquí) como en la pág. 21

PUNTO I. Cristiano, piensa que el cielo entero parece llenarse de una nueva luz cuando su augusta Soberana entra triunfante. Las jerarquías celestiales se apresuran a honrarla; los espíritus bienaventurados vienen a rendirle homenaje entonando cánticos a su gloria. Jesucristo mismo, lleno de ternura y amor, sale a su encuentro y la introduce en la gloria, entre aclamaciones de la corte celestial. Dios Padre la recibe con gran cariño y la hace sentarse en el trono, a la derecha de su Hijo. Le pone en la cabeza la corona de la inmortalidad, la establece como Reina del cielo y de la tierra, depositaria de todos sus tesoros, y ordena a todas las criaturas inteligentes que la honren como Madre de Dios, y Soberana del universo. Participemos con alegría en los sentimientos de toda la corte celestial en este día tan glorioso para María: felicitémosla por su dicha y por la gloria a la que es elevada; despertemos en nuestros corazones un vivo deseo de reunirnos con nuestra Madre en el cielo, y pidámosle que nos obtenga de su divino Hijo las gracias que necesitamos para ello.

PUNTO II . La Virgen Santísima disfruta de una gran gloria en el cielo debido a su título de Madre de Dios, su abundante gracia y sus méritos acumulados a lo largo de una vida virtuosa. Está por encima de todos los ángeles y seres celestiales, solo inferior a Dios, y tiene autoridad sobre todo lo que no es Dios, pasado, presente y futuro. Debemos postrarnos con profunda reverencia ante esta gran Reina y ofrecerle todo nuestro amor y respeto.

PUNTO III. María, elevada al máximo nivel de gloria al que nunca ha llegado ninguna otra criatura; María es adorada, bendecida y alabada en el paraíso, pero nunca olvida a sus hijos en la tierra. Ella es nuestra protectora, Reina y Madre de la Iglesia y de todos los creyentes. Los justos y los pecadores que desean verdaderamente convertirse confían en ella, llena de amor para con todos. Interesada siempre en nuestro bien, nos otorga las gracias más preciosas y saludables. Por tanto, con profundo respeto, viva confianza y sincero amor, sirvámosla y honrémosla con constancia, pidiéndole que nos proteja durante nuestra vida y nos acompañe al cielo en el momento de nuestra muerte.

La oracion para despues de la meditación (Aquí) pág. 25 y luego
la siguiente:

ORACION

¡Oh Santísima Madre de Jesús! Este es el momento en que dejáis la tierra para subiros al cielo. No; la tierra no merece poseeros por más tiempo; justo es que subáis a una habitación más feliz y más digna de vos. Id, pues, oh amable María, a recibir la corona de gloria que habéis adquirido; id a gozar de la recompensa que os habéis tan justamente merecido; id a tomar posesión del trono que os está destinado. Pero al menos, al separaros de vuestros tristes hijos, dignaos recibir su último adiós, y dejarles una prenda de vuestra protección y de vuestro amor. Sí, dulcísima María, dejadnos al menos vuestro maternal corazón, ese corazón tan bueno, tan tierno, tan generoso y tan amable. Él será nuestro asilo, nuestro amparo, y nuestro refugio mientras vivamos en este valle de lágrimas; en esa arca santa nos refugiaremos para preservarnos del naufragio, hasta que finalmente, por medio de vuestra poderosa protección, tengamos la dicha de reunirnos con vos en el cielo. Amén.

EJEMPLO

Conversión del rey de Monomotapa

La conversión del rey de Monomotapa, acaecida el año 1561, demuestra claramente el poder de la Santísima Virgen sobre los idólatras. Héla ahí:
El P. Pedro González Silveyra, muerto algún tiempo después por los gentiles por odio a la religión cristiana, fue el instrumento de que se valió la Providencia para conseguir la conversión de dicho rey idólatra. Celebraba en cierto día la misa dicho padre, cuando entrando en el templo algunos cortesanos del Rey, vieron encima del altar un cuadro de la Virgen santísima, y fueron a comunicar al Monarca que el misionero poseía una Señora de incomparable hermosura. El Príncipe mandó buscar en seguida al padre González, el cual considerándose feliz por haber encontrado un
buen medio para trabajar en la conversión del Rey, fue a palacio llevando consigo el cuadro de la Santísima Virgen. Admirado el Rey, el P. González hizo aumentar su admiración, dándole a entender que aquella era la imagen de la Madre de Dios, delante de la cual deben prosternarse todos los reyes de la tierra. Descubierta la Imagen, fue tanta la impresión que causó al Monarca idólatra, que instintivamente le hizo una profunda reverencia, y habiendo significado deseos de poseerla, el Padre accedió gustoso, colocándola en un altarito que levantó en la cámara real, y animando al Rey para que la invocara, puesto que era la Reina del cielo. Así lo hizo el idólatra coronado, y este tributo fue tan grato a la Madre de Dios, que se dignó aparecérsele cinco veces seguidas, hablándole, pero en un lenguaje que el Rey no llegó nunca a entender. Las visitas esplendorosas de la Madre de Dios hicieron un profundo efecto en el monarca de Monomotapa, quien describió las visiones que había tenido a su madre, y los dos la refirieron al P. González pesarosos de no poder entender lo que le había dicho la Virgen María. Hízoles entender el misionero que no le había entendido el Rey porque era idólatra, puesto que el lenguaje usado por la Madre del Redentor era completamente celestial. Profundamente conmovido el Príncipe, resolvió hacerse cristiano, y cuando estuvo bastante instruido, se hizo bautizar en compañía de la Reina su madre, y mas de trescientos principales de su corte. (1.)

PRACTICA

Acordaos que habéis sido criados para el cielo, y obrad de modo que podáis merecerlo.

JACULATORIA

Vitam praesta puram; iter para tutum

Oh divina Madre, concedednos una vida pura y santa, y
dirigidnos por el camino del cielo

Lo demás (Aquí) como en la página 28

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