CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PASCUA

EL CORAZÓN RESUCITADO DE JESÚS NOS ENSEÑA CÓMO RECIBIR LA PALABRA

Con mansedumbre recibid la palabra implantada, 
la cual es poderosa para salvar vuestras almas. 
(Santiago, 1:21)

1er Preludio. Imagina que ves a Jesús enseñándote como enseñó a sus discípulos.

2º Preludio. Ruega para que puedas beneficiarte de Sus instrucciones, especialmente al recibirlas de la manera que Él indica.

1er Punto. Considerar la manera en que nuestro Señor resucitado desea que recibamos Su palabra: con mansedumbre. Cuánto se implica en esta mansedumbre es más que gentileza, más que docilidad; incluye ambas y las supera. La persona mansa parece despreciable al mundo, porque la mansedumbre está más completamente opuesta al espíritu del mundo que cualquier otra virtud. El mundo puede permitirse admirar la paciencia, porque a veces parece heroica; puede tolerar la humildad, porque le gusta ver a otros considerarse por debajo de él; pero simplemente desprecia la mansedumbre. Y sin embargo, la mansedumbre es la virtud especial del Corazón de Jesús. Él también la distingue de la humildad; pues dice: «Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.» Sí, los mansos verdaderamente hallarán descanso. ¿Qué puede perturbar o inquietar al alma mansa? No las injurias, pues apenas parece percibirlas; no el desprecio, pues considera que todo desprecio es su debido; no las humillaciones, pues las recibe con amor sereno; no las pruebas o aflicciones, pues está demasiado unida al Corazón de Jesús como para ser conmovida por ellas; no la pérdida de todas las cosas, pues posee un terreno que compensará con creces todo.

2do punto. Consideremos, primero, si poseemos esta mansedumbre y, en segundo lugar, si recibimos la palabra con mansedumbre. El alma que recibe la palabra con mansedumbre, la recibe sin cuestionar y la obedece pacíficamente. El alma mansa solo escucha para obedecer. Es suficiente para ella saber que Dios o un superior ha hablado, no empieza a cuestionar el cómo o el porqué, su mansedumbre la salva de esto. El alma mansa obedece en gran paz. Perdemos nuestra paz cuando cuestionamos, discutimos y dudamos, ya sea en pensamiento o palabra, pero el alma mansa camina tranquilamente delante de Dios, solo quiere conocer el camino más seguro hacia Él; y cuando se le indica ese camino, no tiene ningún interés o búsqueda propia que le impida seguirlo.

3er Punto. Considera cómo podemos glorificar al corazón resucitado de Jesús mediante esta mansedumbre. El injerto de la palabra puede ser un proceso doloroso. El término injertado implica que la palabra no es natural para nosotros; por lo tanto, recibimos algo en contra de nuestra naturaleza cuando se nos injerta. Esto debe causarnos dolor, pero el alma mansa soporta el dolor sin lucha, y sufre mucho menos que el alma impaciente, que se queja y, tal vez, se resiste. Deje que el mundo desprecie la mansedumbre como quiera, ¿qué importa eso para el alma cristiana, cuando la mansedumbre es la virtud característica del corazón de Jesús? «Reciban con mansedumbre la palabra injertada, la cual es poderosa para salvar sus almas.» ¡Ay! ¡cuántos no reciben la palabra, porque no tienen mansedumbre! Son demasiado orgullosos para escuchar con humildad, y al rechazar escuchar, no saben cómo obedecer y así pueden perecer eternamente, porque no han escuchado correctamente. Oremos a nuestro Señor resucitado por la gracia de recibir la palabra con mansedumbre, para que en verdad podamos dar fruto y así obtener la vida eterna.

Aspiración. 
Corazón elevado de Jesús, 
haz que mi corazón sea 
semejante a Tu Corazón

Forma tu resolución y colócala en el Sagrado Corazón de Jesús. Examen

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